Bajamos la calle del albergue y giramos a la derecha para salir por la pista de asfalto. En cuanto lleguemos al mojón 34,558, torceremos a la izquierda y luego de cruzar un arroyo y seguir por una senda que termina en la pista que se dirige al embalse de Castrelo. A la bajada cruzamos el río por un pequeño puente reconstruido por la Asociación Gallega de Amigos del Camino de Santiago.
Llegamos a Logoso, sin mucha mención, seguimos recto y después de caminar un tramo no muy largo llegamos a Hospital que debe su nombre a un hospital de peregrinos fundado en el siglo XII.
Continuamos a la izquierda y vamos a salir a una rotonda en la encontraremos la bifurcación de los caminos a Fisterra y Muxía. Seguimos a la izquierda, en dirección a Fisterra. Una vez pasada la fábrica de hidrocarburos tomaremos una pista a mano derecha.
Seguimos nuestro camino y pasamos por delante del Cruceiro Marco do Couto, seguimos recto, largos caminos nos conducen a la ermita de Nosa Señora das Neves del siglo XVIII. Ahora por pistas forestales llegamos a la capilla de San Pedro Mártir del siglo XVI. En la misma dirección unos cuantos kilómetros más adelante encontramos el Cruceiro da Armada. Podemos ver la Ría de Corcubión y el Cabo Fisterra en un extremo de la Costa da Morte.
Continuamos nuestro camino, en pendiente bien pronunciada llegamos a Os Camiños Chans y un poco más adelante Cee. Está considerada una de las poblaciones más antiguas, cuna de los celtas nerios del Atlántico. En Cee podemos visitar el museo Fernando Blanco, la iglesia parroquial, el Pazo de Cotón de principios del siglo XVII que está en el centro del pueblo.
De Cee a Corcubión después de pasar por delante del Pazo de Cotón, nos desviamos a mano izquierda y dando un paseo llegamos a Corcubión. Esté pueblo cuenta con una iglesia dedicada a San Marcos del siglo XIV. En su interior se guarda la talla de San Marcos de Cadeira del siglo XV patrón de la villa. La zona antigua fue declarada conjunto histórico-artístico.
El sendero que hay detrás de la escuela cerca del Campo do Rollo, será el que nos acerque al pueblo de Vilar, ahora por una carretera provincial continuamos hasta el albergue del Alto de San Roque. Un poco después a la altura de la aldea de Amarela nos encontramos de nuevo en la misma carretera, dejando atrás Estorde.
Cruzamos el pueblo de Sardiñeiro, un desvío a mano derecha nos lleva a la playa del Rostro, continuamos un tramo hasta que volvemos a tomar la carretera provincial que seguimos unos 500 metros y a mano izquierda bajamos a la playa de la Langosteira, la cual debemos seguir hasta Fisterra. Entramos por el barrio de San Roque y pasamos junto a la Cruz de Baixar, en la calle Real es en donde encontramos el albergue público. Tras el albergue pasamos delante de la Capilla de Nuestra Señora del Buen Suceso. Continuamos hasta el Faro, que nos lleva hasta la iglesia de Santa María das Areas, del siglo XII. Seguimos subiendo y en la mitad nos encontramos con una estatua de un peregrino medieval. Enseguida llegamos al entorno del faro, construido en 1853, en él dan información turística, asesoramiento, sellan credenciales. En él se alberga el Centro de información Turística.
DISTANCIA: 34,9 Km
- Km 0,00 – Olveiroa
- Km 3,70 – Logoso
- Km 6,00 – Bifurcación hacia Muxía
- Km 19,5 – Cee
- Km 21,0 – Corcubión
- Km 25,7 – Sardiñeiro
- Km 31,7 – Fisterra (Pueblo)
- Km 34,9 – Faro de Fisterra
CUENTOS Y LEYENDAS DE LA ETAPA
Cuenta esta leyenda… que a finales del siglo XII, un día en el que había una gran tormenta, unos pescadores, cuando ya recogían sus redes para volver a puerto, vieron que un barco no podía avanzar, era como si estuviera sujeto al fondo del mar.
Los marineros, observaron como tiraba una caja y esta no se hundía, se mantenía flotando a pesar de la tormenta. En sus barcas intentaron acercarse a la caja, pero el mar la iba llevando a hacia la costa. Una vez en al arena, la gente abrió la caja y la sorpresa fue mayúscula, al ver que dentro estaba una imagen de un Santo Cristo clavado en su cruz. Los marineros comprendieron entonces , por que aquel barco que transportaba la caja, no podía continuar su viaje. El Santo Cristo quería quedarse en Finisterre y el barco sólo pudo continuar su viaje, después de arrojar la caja, para que ésta pudiera llegar a la orilla.
La imagen fue llevada a la iglesia y allí permanece siendo objeto de gran devoción. Se dice, que cuando una gran tormenta amenaza Finisterre, es el Santo Cristo quién la protege del peligro, lo que viene sucediendo desde el día en que llegó allí.