Cogemos la carretera y a 200 metros, nos desviamos por un camino a la derecha que avanza entre robles. Pasados unos cuantos metros, del otro lado de la carretera, puede verse la cruz de los Peregrinos, se trata de un crucero de estilo gótico trasladado a ese lugar en 1880.
Enseguida dejamos el camino que transcurre entre árboles, para girar a la izquierda y entrar en Burguete (Km 2,8). Sus casas tienen el escudo tallado en piedra y en algunas también la fecha de nacimiento de sus propietarios. Cruzamos la calle principal, en donde encontramos varios bares; uno junto a la iglesia y otro un poco más adelante.
Debemos coger un camino a la derecha, para luego cruzar la pasarela que hay sobre un arroyo. Después de sortear pistas y algún repecho que sin duda pondrán a prueba nuestra resistencia, por fin entramos en Espiral (Km 6,5). En este pueblo encontraremos un bar y una panadería, por si necesitamos reponer fuerzas.
Podemos ver la iglesia de San Bartolomé que se construyó en 1961.
Nuestro camino continúa y una vez en el alto de Mezkirtz, en el arcén, podemos ver una imagen de la Virgen de Roncesvalles (Km 8,2).
Ahora pondremos especial cuidado al elegir el camino.
Uno nos lleva a los Altos de Errebelu y el otro es el camino jacobeo.
Una pista es la encargada de acercarnos a Lintzoain (Km 13,3). En esta población podemos visitar la iglesia de San Saturnino, en su interior hay dos retablos del los siglos XVII y XVIII.
Una empinada cuesta por la que debemos subir hará que lleguemos al Alto de Erro (Km 17,8), para bajar luego hasta Zubiri (Km 21,5). Este nombre hace referencia al puente sobre el río Arga del siglo XIV (Zubiri significa «junto al puente»).
DISTANCIA: 21,5 Km
- Km 0,00 – Roncesvalles
- Km 2,80 – Auritz/Burguete
- Km 6,50 – Aurizberri/Espinal
- Km 11,4 – Bizkarreta/Gerendiain
- km 13,3 – Lintzoain
- Km 17,8 – Alto de Erro
- Km 21,5 – Zubiri
CUENTOS Y LEYENDAS DE LA ETAPA
Cuentan… que allá por el siglo XI, en la aldea de Zubiri, que atraviesa el Camino de Santiago en su descenso de Roncesvalles, todos los lugareños trabajaban incansables con la ilusión de levantar un hermoso puente de piedra sobre el río Arga, que facilitara el paso a los peregrinos. Sin embargo, parecía que un extraña maldición impedía que concluyeran aquella obra.
Extrañados por la dificultad de levantar el pilar central se vieron obligados a excavar en la roca que tenía que soportarlo. Para su sorpresa, encontraron los restos perfumados de una joven. Era nada menos que el cadáver de Santa Quiteria, protectora de la rabia.
Puestos sobre una mula y acompañados del festivo cortejo episcopal, los restos santos se encaminaron en procesión hacia la catedral del reino a Pamplona. Al llegar al lugar de Burlada, la mula se detuvo y no hubo forma humana capaz de hacerla avanzar. Concluyó el cortejo que era decisión de lo Alto que Santa Quiteria permaneciera para siempre en aquella villa caminera y allí se depositaron sus reliquias.
Respecto al pilar central de nuestro querido puente de Zubiri, desde entonces hasta ahora ha ejercido su función sanadora de la rabia a lo largo de los siglos. Animales y humanos han curado o prevenido la enfermedad rodeándolo, y según se cuenta, no ha perdido su virtud taumatúrgica hasta el día de hoy.