Perfil
Subiendo por la calle Mayor de Sarria, siguiendo el Camino de Santiago, encontramos en el mismo camino el albergue Casa Don Álvaro de dos estrellas **, más que solicitado, a pesar de ser prácticamente el último establecimiento de este tipo en el trayecto dentro de la localidad.
Nos adentramos en una casa con solera y en la que advertimos el paso del tiempo por su construcción y los materiales, pero perfectamente cuidada y en óptimas condiciones en la que sus propietarios consiguen respetar el aire de antaño con las comodidades modernas.
Es un establecimiento limpio y cuidado, cómodo y de los pocos que disponen de jardín exterior, lo que se agradece en los momentos más cálidos del año, especialmente cuando colocamos nuestros castigados pies en el pediluvio, este hidromasaje para los pies con un agua recién salida del pozo del jardín, fría a rabiar y que resulta un bálsamo reparador que no se paga con dinero. Las habitaciones son amplias y cómodas y con diferentes capacidades y en uno de los baños hay bañera, para aquellos que deseen disfrutar de este tipo de baño. Los servicios que nos ofrece son los habituales de este tipo de establecimientos como máquina de bebidas, lavadero, tendedero, lavadora, secadora, aparcamiento de bicicletas, wifi, traslado de mochilas, servicio de taxi, masaje de pies, masaje concertado y un sinfín de añadidos.
Tal vez lo mejor de todo sea la atención con la que cualquier huésped se siente cómodo y perfectamente atendido y todo aquello que necesite el peregrino, se le facilita de un modo u otro, como por ejemplo, concertar un masajista, una comida de grupo en alguno de los establecimientos de la localidad o la atención a cualquier necesidad que tenga el peregrino, siempre de modo altruista, como es el caso del servicio de lavadora y secadora, que aún siendo de pago, es un servicio asistido, es decir, ellos te lavan y te secan la ropa, sin coste adicional diferente al habitual del pago por la lavadora y la secadora.
El jardín es amplio y dispone de dos zonas, una de ellas especial para tomar el sol o descansar en una de las tumbonas, y se encuentra en una terraza elevada, antes de otra más que se suele usar como tendedero. Por el jardín podemos acceder a la sala de la tele, en la que poco caso recibe este aparato, pero que es cómoda para pasar un rato leyendo o simplemente conversando.
Pero una de las joyas de la casa es la lareira, la cocina tradicional gallega que prácticamente funciona todos los días, y en la que podemos sentirnos como un gallego de tiempo atrás al calor de las brasas, disfrutando, ¿por qué no? de algún bebedizo mágico, o mejor de nuestros tiempos, por aquello de garantizar que no quedemos encantados. En el jardín encontraremos alguna que otra planta medicinal, la más curiosa tal vez “”a herba meiga””, que en su día utilizaba Don Álvaro, médico del pueblo y muy afamado por sus conocimientos y su caridad, que es de donde le viene el nombre a la casa. El albergue cierra 20 días en navidad (entre diciembre y enero) que de un año a otro varían (uno o dos días arriba o abajo) por lo que en esas fechas es conveniente confirmar antes de presentarse allí a solicitar alojamiento.
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