Dicen aquellos que han tenido la suerte de visitar Torre do Río, que ya llegando se respira tranquilidad, descanso y una sensación infinitamente placentera inunda nuestra mente y nuestro cuerpo. Se respira relax y serenidad por los cuatro puntos cardinales. En un entorno especialmente encantador, sólo pasear por sus jardines resulta un experiencia para los sentidos, pero si observamos el río en las pequeñas fervenzas que rodean la finca, podemos evadirnos una tarde entera simplemente con esa visión del agua discurriendo entre rocas y vegetación, arremolinándose y tomando velocidad en cada pequeño salto.

La casa, elegante, con clase y solera, rebosa estilo y gusto por los cuatro costados, gracias a la piedra, a la madera y a una decoración que cuida hasta el mínimo detalle, por pequeño que sea, conservando el más puro estilo de las grandes casas y pazos gallegos de la primera mitad del siglo XX. Las habitaciones, todas exteriores, con vistas al río que abraza la finca y a los jardines, son especialmente cómodas y confortables, conjugando con verdadera perfección la tradición con las necesidades del mundo moderno. La atención del personal y de los responsables del establecimientos resulta verdaderamente profesional, correctísima, eficiente y eficaz. No deje de visitar A torre do río, posiblemente una de las mejores casas rurales que pueda encontrar.