Se supone que hospitaleros los hay por todo el camino pero todos sabemos que no es así, pues el mero hecho de regentar un albergue no concede ese espíritu, sólo el nombre. En esta guía todos los hospitaleros los son y de los buenos, pero quizá en este albergue ser hospitalero sea una modo de vida y no una profesión y desde luego el peregrino lo nota y lo agradece.

A la entrada de la localidad, en lo que se llama Vigo de Sarria abre sus puertas un albergue y una pensión que no nos sorprende a primera vista pero que si nos fijamos con atención podemos ver su filosofía justo en la fachada, en el mural que allí muestra.

Entramos en la recepción que no es más que el bar, pero que destila un algo muy especial, y sólo con ver los muebles de madera preparada y trabajada, pero respetando la forma original y casi sin transformación nos quedamos encantados en la contemplación y al momento, los propietarios nos ofrecerán uno de los mayores atractivos de la casa, que no es otra cosa que la atención, la ayuda, la orientación y casi si nos apuras, hasta guías turísticos.

El albergue ofrece habitaciones de 3, 4 y 8 personas al tiempo que en la pensión encontramos habitaciones dobles e individuales amplias con baño propio unas y compartido otras. Es de los pocos establecimientos de este tipo con zona exterior y jardín, algo que es de valorar porque cuando pagamos un precio similar es más barato si las opciones son más. Wifi, ordenador conectado a Internet, masaje de pies, lavadora y secadora, lavadero y tendedero, cocina, parking para bicicletas y todo lo que se suele necesitar.

Es posible cenar, pero se debe avisar previamente pues la cena es comunitaria, algo muy particular y que va mucho con el espíritu del camino. A una hora determinada, todos compartimos la mesa y la misma comida, como si una gran familia se reuniese. Es una forma diferente y poco habitual, pero muy enriquecedora.