Salimos de la casa Consistorial en dirección a Lugo por la Avda. Evaristo Correa Calderón. Vamos dejando a nuestra derecha la gasolinera, el cuartel de la Guardia Civil, el área recreativa para salir del núcleo urbano por el Puente de Senra, de origen medieval, pero ampliado para el Camino Real de Carlos III y posteriormente reformado en varias ocasiones.
Cruzamos la carretera general para dirigirnos al pueblo de Ferreiros por el camino que se encuentra delante de la Casa del Pazo da Ponte. Después de la curva, tendremos que salir brevemente de nuevo a la general, dejaremos la residencia San Vitorio a la derecha y, justo antes de Maside Maquinaria, cogeremos la pista que nos llevará la pueblo de Ferreiros. Después de cruzarlo, volveremos a ver la carretera general, pero no saldremos a ella. Por el contrario, seguiremos por la pista pegada a su derecha. Unos 100 m. mas adelante podremos visitar un lavadero tradicional restaurado gracias al taller de empleo de la Vía Künig. Seguiremos por esta pista apenas 50 m para girar bruscamente sobre nuestra derecha y coger un antiguo camino de tierra que nos llevará al lugar de Vilartelín, que dista de este punto 1,6 km. Este camino, de indudable belleza, ya que transcurre a través de un bosque autóctono, presenta una ligera subida, pero que se hace cómodamente gracias al trazado en media ladera del camino. Por nuestra derecha circula paralelo el riachuelo dos Lameiróns y también la Nacional VI.
Cruzaremos el lugar de Vilartelín, lugar que durante siglos los historiadores identificaron con la «Mansio romana de Timalino», aunque las teorías mas recientes dudan de esta identificación, y nos dirigiremos al de Vilanova a través de una pista (LU-P-0507) que irá llaneando entre prados dedicados al pasto del ganado de la zona. Apenas un kilómetro mas adelante de Vilartelín, abandonaremos esta pista para girar hacia nuestra derecha. Dejaremos el primer grupo de casas de Vilanova a nuestra izquierda y continuamos recto, dejando a nuestra derecha la pista que conduce al centro del pueblo. Bordearemos por la izquierda la antigua Casa Grande de Vilanova, que fue residencia de los Pardo Vivero desde el siglo XVIII. Merece la pena fijarse en el impresionante escudo que corona el portalón de entrada al recinto. Un poco mas adelante nos encontraremos de frente con una casa. Cogeremos el camino de tierra que hay justo pegado a esta casa por su lado derecho.
Este camino es, sin duda, muy hermoso. En sus 2,5 km que tiene hasta llegar a Santa Cruz, recorremos un bosque autóctono, rodeados de castaños, helechos y centenarios muros que, cubiertos de musgo, nos transportan a otros tiempos. Paz, silencio, naturaleza de la zona y una suave bajada, nos van a dejar muy buenas sensaciones. Hay que tener cuidado, no obstante, para no tropezar ni pisar en falso algunas piedras de medio tamaño que hay en el suelo, en ciertos puntos concretos, de este tramo.
Cuando desemboquemos en la pista, giraremos sobre nuestra derecha y ya veremos unos metros mas adelante la capilla de Santa Cruz. Casi justo enfrente a ella, cogeremos el camino que nos va a llevar por el medio del pueblo. Unos 600 m. mas adelante salvaremos la A6 por un paso elevado y seguiremos todo recto por la pista que nos va a conducir hasta Sobrado del Picato. Una vez salvemos el grupo de casas de nuestra derecha, giraremos sobre nuestra derecha. Después de 400 metros de ligera subida habremos llegado a la iglesia parroquial de Santa Cruz que, de factura moderna, dejaremos a nuestra derecha. Acabamos de desembocar de nuevo en el Camino Real de Carlos III. Giraremos hacia nuestra izquierda y en unos pocos metros habremos llegado a la Nacional VI. La cruzamos y cogemos el camino que atraviesa el pueblo de Sobrado. Casi al final de el, se sitúa una hermosa plaza con zona cubierta y fuente donde podremos descansar y avituallarnos. Esta plaza fue y sigue siendo el campo de la Feria. Una feria de las antiguas de la provincia, que se sigue celebrando el día 7 de cada mes, y en la que se sirve no solo pulpo con cachelos, sino también la «carne o caldeiro», ambos platos muy típicos de estas tierras lucenses.
Después de un kilómetro por la Nacional VI, giraremos sobre nuestra derecha, para coger un camino de tierra que nos va a llevar a través de un bosque de pinos denominado «o Carboeiro» en suave bajada. Iremos pendientes de las indicaciones para no perdernos ya que tendremos que girar varias veces, siempre con la Autovía a nuestra izquierda. De hecho, a los 1,3 km de haber iniciado este tramo por el Monte Carboeiro, iremos paralelos a la A6, por una cota superior. Al llegar a una pista asfaltada, giraremos a la derecha y en el próximo camino hacia la izquierda continuando paralelos con el propósito de cruzar la A6 por el paso inferior que se encuentra unos metros mas adelante.
Seguimos por el camino terreno a través de un bosque de pinos sobre un kilómetro hasta llegar al cruce con una pista asfaltada. En el, si miramos a nuestra izquierda a escasos metros, veremos la Nacional VI y la fábrica de leche Rio. Continuaremos por el lado contrario, hacia nuestra derecha unos pocos metros, para volver a girar a la derecha por la primera pista que encontremos. Después de la curva, en la primera casa, se sitúa la Fuente de la Ermita, donde nos podremos refrescar. Después de una corta recta, atravesaremos el pueblo de Outeiro e, inmediatamente, cruzaremos de nuevo la A6 por otro paso inferior. Seguiremos esta pista asfaltada muy pocos metros mas. Así, después de la curva que nos encontramos a nuestra izquierda, tomaremos el camino de tierra que lo divisamos justo enfrente y abandonamos esta pista que nos llevaría al lugar de Franqueán y su hermosa iglesia.
El tramo de 400 metros que tenemos hasta volver a cruzar la A6 es muy bello. Ya salvada la Autovía del Noroeste, vamos a cruzar el Río Tórdea por un antiguo pontillón. Merece la pena ir con calma contemplando el paisaje y disfrutar del murmullo de las limpias aguas contra las piedras. A nuestra izquierda se sitúa el molino de Díaz, que tiene a su alrededor un área de descanso. Este molino tradicional tiene todos sus mecanismos operativos y en el se puede comprobar como se aprovechaba la fuerza del agua para moler el trigo.
Seguimos por este hermoso camino terreno hasta que lleguemos a la pista asfaltada, donde giraremos a nuestra derecha. Apenas unos 400 mas adelante llegaremos a Castrillón. Aquí vamos a tener que detenernos, ya sea para descansar y avituallarnos en su área de descanso, y para visitar el castro que se encuentra en perfecto estado de conservación. Podremos admirar sus consistentes murallas que lo circundan y también su plataforma superior ovalada donde se situaba las casas. En el medio, podremos visitar la capilla de San Bernabé y su mesa de altar exterior que utiliza un miliario romano como pedestal.
Continuaremos hacia el Corgo por la pista LU-P-1604 entre edificaciones dispersas, árboles y grandes pastizales. En Pedradereita continuaremos recto y unos 900 metros después, giraremos hacia nuestra derecha. En este punto tendremos que volver a cruzar brevemente la A6 hacia el lugar de Serín, ya que el Camino por este lado no se conserva actualmente. Sobre 1,5 km llegaremos a la Casa Consistorial del Ayuntamiento del Corgo. Merece la pena acercarse al espectacular Pazo de Valcarce apenas distante unos metros de la casa consistorial, buen ejemplo de la arquitectura palaciega gallega del XVII. Un poco mas adelante, por la Nacional VI, tendremos todos los servicios que necesitemos.
DISTANCIA: 21 Km
- 1,9 Km – Ferreiros
- 3,8 Km – Vilartelín
- 5,2 Km – Vilanova
- 7,5 Km – Santa Cruz
- 10,5 Km – Sobrado do Picato
- 11,1 Km – Carboeiro
- 15 Km – Ermida
- 17,5 Km – Castrillón
- 19,3 Km – Serín
- 21 Km – O Corgo
CUENTOS Y LEYENDAS DE LA ETAPA
LA BATALLA DE CONSTANTÍN.
El atardecer del 5 de enero de 1809 se iba terminando para dar paso a otra cruel y gélida noche. A estas alturas de la retirada, el ejército de Sir John Moore, era tan solo una sombra de dolor y muerte que se arrastraba lastimosamente por el Camino Real de Carlos III con la esperanza de llegar a la Coruña cuanto antes.
La División de Reserva de Lord Paget, acompañada por el propio Moore, coronaba la cima de la colina desde la que se podía ver perfectamente el puente de Senra y la aldea de Constantín. Sir John no quería ceder a los franceses el control sobre ese lugar antes de que sus propias tropas hubiesen completado el descenso de la ladera y cruzado el puente hasta alcanzar un lugar seguro. Para atemorizar al enemigo y ganar tiempo, colocó primero sus cañones sobre esta cima al tiempo que le metía prisa a sus tropas. Los franceses, al observar dicha operación, se limitaron simplemente a permanecer a la espera en la colina opuesta y durante media hora sólo se dedicaron a remolonear ante la presencia de la artillería y los fusileros británicos Esto proporcionó el tiempo necesario a las tropas inglesas para cruzar el río Neira.
Una vez situadas en la seguridad que les proporcionaba la otra orilla del río, Moore ordena retirar los cañones junto a su escolta de la vista de los franceses. La estrategia no era llevarlos hacia Lugo sino todo lo contrario, situarlos al lado del puente para pillar desprevenido al enemigo. También despliega, a lo largo de la orilla del río, el 95° y el 28° Regimientos británicos mientras que, los restantes regimientos de la Reserva – el 20°, el 52° y el 91°, tomaron posiciones en un promontorio cercano bajo la supervisión personal del propio Moore. Los franceses caen en la trampa. La caballería de Lahoussaye -que ahora contaba además con el apoyo de la infantería de Merle- se lanzó al ataque descendiendo vertiginosamente la colina hacia el valle.
El general Charles Willian Vane nos cuenta lo que sucedió a continuación: “El enemigo avanzó con aparente audacia. Su caballería y fusileros intentaron cruzar el puente: pero fueron recibidos, no sólo por el fuego de la brigada de rifles, sino por un cañoneo pesado y bien dirigido desde la parte alta. Fueron rechazados, pero en unos momentos renovaron sus esfuerzos, con similar falta de éxito; y nuevamente, después de una breve pausa, se hizo el tercer intento otra vez. La oscuridad puso fin a la escaramuza y se retiraron. A las once de la noche nuestra gente abandonó el puesto. La tropa estaba terriblemente nerviosa por esta refriega, a pesar de que nadie murió en ella, y antes de la mañana todos llegaron a Lugo, donde encontraron al resto del ejército concentrado.”
Se dice que los franceses sí que contabilizaron muertos en Constantín, se habla de unos 300, pero quien sabe en realidad!.